sábado, 18 de diciembre de 2010

Opus Nigrum de Marguerite Yourcenar

Marguerite Yourcenar, (Bruselas, Bélgica, 8 de junio de 1903 – Northeast Harbor, Mount Desert Island, Estados Unidos, 17 de diciembre de 1987), fue una novelista, poeta, dramaturga y traductora francesa.

Marguerite Cleenewerck de Crayencour nació en Bruselas (Bélgica) y fue educada por su padre en una finca en el norte de Francia. Su madre murió a los 10 días de su nacimiento por complicaciones en el parto. Su padre provenía de una familia aristocrática francesa y su madre era belga. Se crió en la casa de su abuela paterna. Yourcenar leía a Racine y a Aristófanes a la edad de ocho años. Su padre le enseñó latín a los 10 y griego clásico a los 12.

A partir de 1919, abandona su nombre de pila y empieza a firmar como Marguerite Yourcenar. Su primera novela Alexis fue publicada en 1929. Su mejor amiga en ese momento, una traductora llamada Grace Frick, la invita a Estados Unidos, donde dará clases de Literatura comparada en la ciudad de Nueva York. Yourcenar era bisexual[1] y ella y Frick se harán amantes en 1937 y seguirán juntas hasta la muerte de Frick en 1979 a consecuencia de un cáncer de mama.

En 1951 publica en Francia la novela Memorias de Adriano (en francés Mémoires d'Hadrien), en la que estuvo trabajando durante una década. La novela fue un éxito inmediato y tuvo una gran acogida por parte de la crítica.

Fue la primera mujer elegida miembro de la Academia francesa en 1980, aunque desde 1970 ya pertenecía a la Academia belga. Una de las más respetadas escritoras en lengua francesa, tras el éxito de Memorias de Adriano, siguió publicando novela, ensayo, poesía y tres volúmenes de memorias.

Yourcenar vivió la mayor parte de su vida en su casa Petite Plaisance, en Mount Desert Island, en el estado de Maine. La casa es ahora un museo dedicado a su memoria.

fuente: Wikipedia


Obscurum per obscurius
Ignotum per ignotius.

Divisa alquímica.


A lo oscuro, por lo más oscuro;
a lo desconocido, por lo más desconocido.



...El canónigo Bartholommé Campanus, acostumbrado a no exigir de las almas más de lo poco que podían dar, no desaprobaba aquella tosca cordura. Aquel día, los segadores habían visto a una bruja meando maliciosamente en un campo, para conjurar la lluvia sobre el trigo ya casi podrido por insólitos chaparrones.

La habían arrojado al fuego sin más proceso. Se mofaban de aquella sibila que creía tener poderes sobre el agua y no había podido resguardarse de las brasas. El canónigo explicaba que el hombre, al infligir a los malvados el suplicio del fuego, que sólo dura un momento, no hacía sino regirse por la conducta de Dios, que los condena al mismo suplicio,
pero eterno.

Aquellas palabras no interrumpían la copiosa colación de la noche; Jacqueline, acalorada por el verano, gratificaba a Zenón con sus carantoñas de mujer honesta. La gruesa flamenca, embellecida por su parto reciente, orgullosa de su tez y de sus manos blancas, conservaba una exuberancia de peonía. El sacerdote no parecía darse cuenta ni del corpiño entreabierto, ni de los mechones rubios que rozaban la nuca del joven clérigo, inclinado sobre la página de un libro antes de que trajeran las lámparas, ni del sobresalto de cólera del estudiante que despreciaba a las mujeres. En cada persona perteneciente al sexo femenino, Bartholommé Campanus veía a María y a Eva a un tiempo, a la que derrama, para salvación del mundo, su leche y sus lágrimas, y a la que se abandona a la serpiente.

Bajaba los ojos sin juzgar. Zenón salía, caminando con paso ligero. La terraza rasa, con sus árboles recién plantados y sus pomposas rocallas, pronto dejaba lugar a los prados y tierras de labor. Una aldea de casas con tejados achaparrados se ocultaba bajo el cabrilleo de los almiares. Mas ya había pasado el tiempo en que Zenón podía tumbarse cerca de las hogueras de San Juan, al lado de los campesinos, como antaño hacía en Kuypen, en la noche clara que abre el verano. Tampoco en las noches frías
le hubieran cedido un sitio en el banco de la fragua en donde unos cuantos rústicos, siempre los mismos, se apiñaban al buen calor, intercambiando noticias, entre el zumbido de las últimas moscas de la temporada.

Todo ahora lo separaba de ellos: la lenta jerga pueblerina, sus pensamientos apenas menos lentos y el temor que les inspiraba un muchacho que hablaba latín y leía en los astros. En algunas ocasiones, arrastraba a su primo y ambos corrían sus aventuras nocturnas. Bajaba al patio, silbando bajito para despertar a su compañero. Henri-Maximilien saltaba por el balcón, aún entorpecido por el sueño profundo de la adolescencia, oliendo a
caballo y a sudor tras las volteretas de la víspera. Mas la esperanza de topar con alguna moza que se dejara revolcar a orillas del camino o con el vino clarete que bebían a traguitos cortos en la posada, en compañía de algún carretero, pronto conseguía espabilarlo.

Los dos amigos se adentraban por tierras de labor, ayudándose uno a otro a saltar las cunetas, y se dirigían hacia la fogata de un campamento de gitanos o hacia la luz rojiza de una taberna distante. Al volver, Henri-Maximilien se jactaba de sus hazañas; Zenón callaba las suyas.

La más tonta de aquellas aventuras fue una en que el heredero de los Ligre se introdujo de noche en la cuadra de un tratante de caballos de Dranoutre y pintó dos yeguas de color de rosa; su propietario, al día siguiente, las creyó embrujadas. Un buen día se descubrió que Henri-Maximilien había gastado, en una de aquellas correrías, unos ducados que le había robado al grueso Juste: medio en broma, medio en serio, padre e hijo llegaron a las manos. Los separaron igual que se separa a un toro de su torillo cuando se embisten uno a otro en el cercado de una hacienda.

Pero lo más corriente era que Zenón saliera solo, al alba, con sus tablillas en la mano. Se alejaba por el campo, a la búsqueda de no se sabe qué clase de conocimientos...

jueves, 2 de diciembre de 2010

Me llamo Manuel Mora de Antonio Lería y Francisco Eslava

Poner orden en el rompecabezas de la azarosa vida de Manuel Mora Torres no ha sido nada fácil; pero una vez conseguido el objetivo, el personaje, que nos deja profunda huella, se asoma ahora a la intimidad del lejano lector con un susurro de serena libertad para dar nueva luz a una existencia y, dentro de ella, para despejar algunas incógnitas del pasado reciente que marcó a España de una manera despiadada.

En este reencuentro con la desgraciada infancia, con la revolucionaria juventud y amistosa e incomprendida vejez, nuestro personaje no dejó de ser aquel torbellino libertario que siguió buscando la verdad hasta el final de sus días. Será, pues, el lector el que encontrará probablemente en Manuel Mora al protagonista de un guión cinematográfico o de una leyenda ideológica. O tal vez, un españolito machadiano, un rebelde sin causa… o todo a la vez. Porque, nuestro burgueño, carmonense, hispano-venezolano… dejó su legado para compartir sinceras y eternas amistades. Así, descubriréis, al huérfano explotado como todo ser viviente de la Baja Andalucía de los terratenientes; la lucha del campesinado andaluz por la subsistencia contra el hambre y la muerte; la rebeldía de la juventud libertaria ante la tiranía de la burguesía caciquil; la hora de elegir entre esclavitud o libertad y revolución; la lucha a muerte en las barricadas en defensa de la II República; la estrategia de la guerrilla anarquista contra el fascismo; la entrega total de la milicia confederal y libertaria por la revolución y la democracia; las vivencias del frente como mando en el ejército popular; las incógnitas de traiciones.....





...Mi trayectoria de lucha desde los orígenes, lo mismo como afiliado a la juventud de UGT por aval de Wenceslao Carrillo en los días de Primo de Rivera que a la CNT tras la proclamación de la república, fue siempre intachable y fiel a los postulados recogidos en los respectivos carnets. Mis sentimientos y criterios contrarios a los comunistas en la guerra vinieron con la lectura de artículos de prensa y libro de luchadores socialistas y de libertarios como el novelista Ramón J. Sender, que fue corresponsal de El Sol en Rusia y volvió con información clarividente de cómo iban allí las cosas.

Y también por contraste con el talante de comunistas de anteguerra como el recordado Ramón Casanellas, huido de España por su implicación en un atentado importante y refugiado en Rusia, que volvió clandestinamente en calidad de secretario de la Internacional Comunista con motivo de un pleno de su partido celebrado en Sevilla en 1932, siendo detenido cuando repostaba en su coche y retenido en la cárcel de Carmona mientras duró la reunión. Queriendo el azar que lo encerraran en la capilla de la prisión junto a doce cenetistas que estábamos allí por alborotadores y que, para mi suerte, le tocara un jergón a mi lado, porque era Ramón un hombre preparado y con mundología. Sin duda, el sindicalista mas culto de cuantos he conocido en mi vida, y no han sido pocos. Como profesor no tenia precio, y le preguntamos sobre cuanto ignorábamos y sobre cuanto conocíamos de los comunistas, informándonos pacientemente de lo sucedido en Rusia antes, durante y después de la revolución bolchevique, incluida la sublevación de los marinos en Kronstadt, sobre la situación del pueblo y de los lideres soviéticos, y hasta de los altibajos de su propia vida en Rusia. Era tan habilidoso que nos pintó en la pared el retrato del anarquista Soler, muerto a bordo del buque que lo llevaba deportado con un ciento de libertarios a Villa Cisneros.

Desde el golpe de estado militar estuvo en la lucha, conocí frentes de sur a norte, mande batallones, brigadas, divisiones, recibí halagos y aguanté vejaciones. Y después he leído sobre la guerra civil española en varios idiomas y he visto documentales en distintos países, encontrando aciertos y errores, trabajos prendidamente asépticos, partidarios y manipulaciones descaradas, autores honestos y falsarios.

En cuanto a Málaga hay quienes hablan del envío de brigadas mixtas y de ingentes cantidades armas ligeras y pesadas. Si embargo, el teniente coronel de aviación y comandante de aquel frente, Luís Romero Bassart, visitó Madrid varias veces y consiguió que le mandaran unos 800 hombres de los 4.000 prometidos, 1.000 fusiles y millón y medio de balas. Lo sé porque me hice cargo de todo ello. Si bien luego recibió el apoyo de una escuadrilla de aviación rusa mientras que no hizo falta en Madrid y más tarde, cuando la plaza estuvo perdida, tuvo la ayuda de dos batallones procedentes de Valencia.

En los demás frentes en que estuve jamás me auxiliaron aviones, tanques, artillería ni nada de nada y, según mis noticias, le ocurrió prácticamente lo mismo al resto de las unidades comandadas por confedérales, socialistas, carabineros – caso de la brigada 173º del teniente coronel Cedillo – y cualquier otras que no fueran de la orbita comunista. El material pesado que llegaba procedente de la Unión Soviética era para los comunistas o filocomunistas. Ellos y solo ellos estaban “capacitados” para manejarlos…


jueves, 18 de noviembre de 2010

Narciso y Goldmundo de Herman Hesse

Hermann Karl Hesse nació en Calw, localidad ubicada en Baden-Wurtemberg, donde transcurrieron los tres primeros años de su vida (hasta 1880) y tres años de colegio (1886 a 1889). Descendiente de misioneros cristianos, la familia tuvo desde 1873 una editorial de textos misioneros dirigida por el abuelo materno de Hesse, Hermann Gundert. Fue hijo de Marie Gundert nacida en Basilea, (Suiza), en 1842 y de Johannes Hesse, nacido en 1847, hijo de un médico originario de Estonia. Tuvo cinco hermanos de los que dos murieron prematuramente...seguir leyendo...

Narciso es un novicio, un monje, dotado del conocimiento de una amplísima sabiduría humana. Diligente y contemplativo, amante del griego clásico y de las ciencias; una persona enteramente espiritual y consagrada con unción a la vida religiosa. Aun siendo muy joven ha sido designado como asistente de griego en la escuela del monasterio de Mariabronn, lugar al que en cierto día arriba un nuevo alumno: Goldmundo. Poco a poco, en sesiones de lenta y mesurada aproximación, Narciso, con sensibilidad y prudencia, mostrará a este muchacho su camino, que no era el que otros —su padre— habían conformado y prediseñado para él.

Goldmundo, en la polaridad, representará el espíritu sensible del artista, con una gran capacidad de amar y de conmoverse ante los eventos de la vida. Durante su periplo vital afrontará innumerables aventuras y tropezará con la diversidad de todo tipo de realidades, entre las cuales y no como cosa menor, está la muerte, que se le ha de presentar en una multiplicidad de rostros. Con una sola mirada entrañable logra capturar el corazón de las mujeres elegidas. Encarna ante nuestra mirada el espíritu del vagabundo, y sobre todo del artista creador, que es herencia de su madre, a la que persigue encontrar en las tinieblas de su inconciente. Esta meta, y no otra, será el cometido de su vida entera. Pero en ese largo y a veces tortuoso peregrinaje en busca de sí, jamás se olvidará del amigo más amado, Narciso, constantemente presente en sus pensamientos.

fuente: Wikipedia


...—¡Mañana, Julia, mañana!
Lidia estaba en camisa y descalza; en el pavimento de piedra los dedos de los pies se le encorvaban de frío. Alzó del suelo el manto de Julia y se lo echó a la hermana sobre los hombros con un gesto doliente y humilde, que ésta no dejó de advertir, a pesar de la oscuridad, y que la llenó de emoción y la desenojó. Las dos salieron sigilosamente de la estancia y se alejaron. Lleno de sentimientos en pugna, Goldmundo las siguió con el oído y respiró con alivio cuando en la casa volvió a reinar un silencio sepulcral.

De aquella singular y antinatural entrevista pasaron los tres jóvenes a una meditativa soledad, pues tampoco las hermanas, después de llegar a su dormitorio, se pusieron a conversar, sino que cada una permanecía despierta en su cama, solitaria, callada y altiva. Un espíritu de infortunio y antagonismo, un demonio de insensatez, aislamiento y confusión del ánimo parecía haberse adueñado de la casa. Goldmundo no se durmió hasta la medianoche, y Julia hasta la madrugada. Lidia seguía despierta y afligida cuando sobre la nieve apuntó el día pálido. Levantóse en seguida, se vistió, permaneció un buen rato rezando de rodillas ante su pequeño Cristo de madera, y tan pronto como percibió en la escalera los pasos de su padre, fue junto a él y le dijo que quería hablarle. Sin tratar de distinguir entre su preocupación por la doncellez de Julia y sus celos, había decidido poner término a aquel asunto. Todavía continuaban durmiendo Goldmundo y Julia, cuando el caballero sabía ya todo lo que Lidia había estimado oportuno comunicarle. La participación de Julia en la aventura se la había callado.

Al presentarse Goldmundo en el gabinete de estudio, a la hora acostumbrada, vio que el caballero, a quien de ordinario encontraba en pantuflas y sayo afelpado, entregado a sus papelotes, calzaba botas, vestía jubón y llevaba la espada ceñida, y comprendió incontinenti lo que aquello significaba.

—Ponte la gorra —dijo el caballero—. Tenemos que ir a alguna parte.

Goldmundo cogió la gorra del clavo en que estaba colgada y, en pos de su patrón, bajó la escalera, cruzó el patio y franqueó el portón. Las suelas de sus zapatos crujían sonoras en la nieve ligeramente helada; en el cielo quedaban aún algunos arreboles del alba. El caballero marchaba delante, en silencio; el joven le seguía, volviendo repetidamente la mirada hacia el patio, hacia la ventana de su cuarto, hacia el pino tejado cubierto de nieve, hasta que todo se hundió y no fue posible ver nada más. Nunca volvería a ver ...


martes, 2 de noviembre de 2010

La bodega de Vicente Blasco Ibáñez

Vicente Blasco Ibáñez (Valencia, 29 de enero de 1867 - Menton (Francia), 28 de enero de 1928) fue un escritor, periodista y político español.

Hijo de Ramona Ibáñez y del comerciante Gaspar Blasco. Cursó los estudios de derecho, en la Universidad de Valencia, años en los que pertenecio a la Tuna, licenciándose en 1888, a pesar de que prácticamente no ejerció dicha carrera. Dividió su vida entre la política,el periodismo, la literatura y el amor a las mujeres, de las que era un admirador profundo, tanto de la belleza física como de las características psicológicas de éstas. Se definía como un hombre de acción, antes que como un literato. Escribía con inusitada rapidez. Entusiasta de Miguel de Cervantes en torno a la historia y la literatura españolas. Años después, cansado de su vida de colonizador en la que cosechó grandes fracasos, Vicente Blasco Ibáñez, uno de los novelistas más famosos de aquel cambio de siglo, marchó a París, coincidiendo con el inicio de la Primera Guerra Mundial...seguir leyendo...

Fuente:Wikipedia


La novela La bodega fue escrita entre diciembre 1904 y febrero 1905 y aunque este tiempo se ubica en la mitad de la época más productiva del autor, la novela no ha recibido mucha atención crítica, la acción de La bodega ocurre en los últimos años de los 1880 hasta el invierno de 1892, en lo cual ocurrió la revuelta sangrienta en Jerez descrita en el noveno capítulo.

....A media tarde llegaron los primeros grupos de trabajadores al inmenso llano de Caulina. Presentábanse como negras bandadas, saliendo de todos los puntos del horizonte.

Unos bajaban de la serranía, otros venían de los cortijos del llano, o de las tierras situadas al otro lado de Jerez, llegando a Caulina después de rodear la ciudad. Los había de los confines de Málaga y de la vecindad de Sanlúcar de Barrameda. El aviso misterioso había volado de los ventorros a los ranchos, por toda la extensa campiña, y cuantos trabajaban en ella acudían presurosos, creyendo llegado el momento de la venganza.

Miraban con ojos feroces a Jerez. El desquite de los pobres estaba próximo, y la ciudad blanca y risueña, la ciudad de los ricos, con sus bodegas y sus millones, iba a arder, iluminando la noche con el esplendor de su ruina.

Se agrupaban los recién llegados a un lado del comino, en la llanura cubierta de matorrales. Los toros que pastaban en ella retirábanse hacia el fondo, como asustados por esta mancha negruzca, que crecía y crecía, alimentada incesantemente con nuevos grupos.

Toda la horda de la miseria acudía a la cita. Eran hombres tostados, enjutos, sin la más leve ondulación de grasa bajo la lustrosa epidermis. Fuertes esqueletos acusando tras la piel de tirante rigidez, sus aristas salientes y sus oquedades oscuras. Cuerpos, en los que era mayor el desgaste que la nutrición, y la ausencia de músculos estaba suplida por los manojos de tendones engruesados por el esfuerzo.

Se cubrían con mantas deshilachadas, llenas de remiendos, que esparcían un olor de miseria, o tiritaban, sin más abrigo que un chaquetón haraposo. Los que habían salido de Jerez para unirse a ellos, se distinguían por sus capas, por su aspecto de obreros de ciudad, más próximos en sus costumbres a los señores que a la gente del campo.

Los sombreros, nuevos y flamantes unos, deformados e incoloros otros, con alas caídas y bordes de sierra, cubrían unos rostros en los que se mostraba toda la gradación del gesto humano, desde la indiferencia abobada y bestial, a la acometividad del que nace bien preparado para la lucha por la vida.

Aquellos hombres recordaban lejanos parentescos animales. Unos tenían la faz prolongada y ósea, con grandes ojos bovinos y el gesto dulce y resignado: eran los hombres-bueyes deseosos de tenderse en el surco, para rumiar sin la más leve idea de protesta, con inmovilidad solemne. Otros mostraban el hocico elástico y bigotudo, los ojos de reflejo metálico de los felinos: eran los hombres-fieras, que se estremecían, dilatando sus narices, como si percibiesen ya el olor de la sangre. Y los más, de cuerpo negro y miembros retorcidos y angulosos como sarmientos, eran los hombres-plantas unidos para siempre a la tierra de donde habían surgido, incapaces de movimiento y de ideas, resignados a morir en el mismo sitio, nutriendo su vida buenamente con lo que desechasen los fuertes.

La agitación de la rebeldía, el apasionamiento de la venganza, el egoísmo de mejorar su suerte, parecían igualarlos a todos, con una semejanza de familia. Muchos, al abandonar su vivienda habían tenido que arrancarse de los brazos de sus mujeres, que lloraban presintiendo el peligro, pero al verse entre los compañeros, erguíanse arrogantes, mirando a Jerez con ojos bravucones, como si fueran a comérsela.

—¡Vamos!—exclamaban.—¡Que da ánimo ver tantos probes juntos, dispuestos a hacer una hombrada!...

Eran más de cuatro mil. Al llegar una nueva banda, sus individuos, embozándose en las mantas haraposas para dar mayor misterio a la pregunta, se dirigían a los que aguardaban en el llano.

—¿Qué hay?...

Y los que oían la pregunta parecían devolverla con la mirada. «Sí; ¿qué hay?» Todos estaban allí, sin saber por qué, ni para qué; sin conocer con certeza quién era el que los convocaba.

Había circulado por el campo la noticia de que aquella tarde, al anochecer, sería la gran revolución, y ellos acudían exasperados por las miserias y persecuciones de la huelga, llevando en la faja una pistola vieja, las hoces, las navajas o las terribles podaderas, que de un solo revés podían hacer saltar una cabeza.

Llevaban algo más: la fe que acompaña a toda muchedumbre en los primeros momentos de rebeldía, la credulidad, que la hace entusiasmarse con las más absurdas noticias, exagerándolas cada cual por su cuenta para engañarse a sí mismo, creyendo que fuerza a la realidad con el peso de sus disparatadas invenciones....


lunes, 18 de octubre de 2010

El extranjero de Albert Camus

Albert Camus (Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960) fue un novelista, ensayista, dramaturgo y filósofo francés nacido en Argelia.

En su variada obra desarrolló un humanismo fundado en la conciencia del absurdo de la condición humana. En 1957, a la edad de 44 años, se le concedió el Premio Nobel de Literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy».

Albert Camus nació en una familia de colonos franceses (pieds-noirs) dedicados al cultivo del anacardo en el departamento de Constantina. Su madre, Catalina Elena Sintes, nacida en Birkadem (Argelia), y de familia originaria de Menorca, era analfabeta y casi totalmente sorda. Su padre, Lucien Camus trabajaba en una finca vitivinícola, cerca de Mondovi, para un comerciante de vinos de Argel, y era de origen alsaciano, como otros muchos pieds-noirs que habían huido tras la anexión de Alsacia por Alemania tras la Guerra Franco-Prusiana. Movilizado durante la Primera Guerra Mundial, es herido en combate durante la Batalla del Marne..seguir leyendo...

fuente: Wikipedia

El Extranjero:
El protagonista, el señor Meursault, comete un absurdo crimen y, a pesar de sentirse inocente, jamás se manifestará contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. La pasividad y el escepticismo frente a todo y todos recorre el comportamiento del protagonista: un sentido aburrido de la existencia y aun de la propia muerte.

El personaje de la obra es un ser indiferente a la realidad por resultarle absurda e inabordable. El progreso tecnológico le ha privado de la participación en las decisiones colectivas y le ha convertido en "extranjero" dentro de lo que debería ser su propio entorno.

.... Entre el jergón y la tabla de la cama había encontrado, en efecto, casi pegado al género, un viejo trozo de periódico, amarillento y transparente. Relataba un hecho policial cuyo comienzo faltaba pero que había debido ocurrir en Checoslovaquia. Un hombre había partido de un pueblo checo para hacer fortuna. Al cabo de veinticinco años había regresado rico, con su mujer y un hijo. La madre y una hermana dirigían un hotel en el pueblo natal.

Para sorprenderlas, había dejado a la mujer y al hilo en otro establecimiento y había ido a casa de la madre, que no le había reconocido cuando entró. Por broma, se le ocurrió tomar una habitación. Había mostrado el dinero. Durante la noche, la madre y la hermana le habían asesinado a martillazos para robarle y habían arrojado el cuerpo al río. Por la mañana había venido la mujer y sin saberlo, había revelado la identidad del viajero. La madre se había ahorcado. La hermana se había arrojado a un pozo. Debo de haber leído esta historia miles de veces Por un lado era inverosímil; por otro, era natural. De todos modos, me parecía que el viajero lo había merecido en parte y que nunca se debe jugar.

Así pasó el tiempo, con las horas de sueño los recuerdos, la lectura del hecho
policial y la alteración de la luz y de la sombra. Había leído que en la cárcel se concluía por perder la noción del tiempo. Pero no tenía mucho sentido para mí. No había comprendido hasta qué punto los días podían ser a la vez largos y cortos. Largos para vivirlos sin duda, pero tan distendidos que concluían por desbordar unos sobre los otros. Perdían el nombre.

Las palabras ayer y mañana eran las únicas que conservaban un sentido para mí. Cuando un día el guardián me dijo que estaba allí desde hacía cinco meses, le creí, pero no le comprendí. Para mí era el mismo día que se desarrollaba sin cesar en la celda y la misma tarea que proseguía. Ese día, después de la partida del guardián, me miré en el agua de la escudilla. Me pareció que mi imagen continuaba seria, aun cuando ensayaba sonreír. La agité delante de mí. Sonreí y conservó el mismo aire severo y triste. El día concluía y era la hora de la que no quiero hablar, la hora sin nombre, en la que los ruidos de la noche subían desde todos los pisos de la cárcel en un cortejo de silencio. Me acerqué a la claraboya y con la última luz contemplé una vez más mi imagen. Seguía siempre seria y nada tenía de sorprendente pues en ese momento yo lo estaba también. Pero al mismo tiempo, y por primera vez desde hacía largos meses, oí distintamente el sonido de mi voz.

Reconocí que era la que resonaba desde hacía muchos días en mi oído y comprendí que...



sábado, 2 de octubre de 2010

La letra escarlata de Nathaniel Hawthorne

Nathaniel Hawthorne, nacido bajo el nombre de Nathaniel Hathorne, nació el 4 de julio de 1804 en la ciudad de Salem, Massachussets. Su casa de nacimiento todavía se encuentra en pie. Su infancia fue difícil debido a la muerte de su padre (del mismo nombre, que murió en Surinam cuando Hawthorne tenía 4 años). A partir de entonces, la vida de Hawthorne se volvió compleja y al mismo tiempo fascinante, particularmente debido a su pasión por la literatura y su cercanía con el puritanismo.

Dicha cercanía con el puritanismo surge a partir de sus antepasados. Su bisabuelo, William Hathorne, fue uno de los primeros colonos en establecerse en Salem.

Hasta la publicación de su primer libro Twice-Told Tales, (“Cuentos dos veces contados”), en 1837, Hawthorne escribió en total anonimato en la casa familiar. “Yo no vivía –diría más tarde– sólo soñaba que vivía.

Fuente:Wikipedia.


La letra escarlata es una novela de Nathaniel Hawthorne, escrita en 1850. Está enmarcada en la puritana Nueva Inglaterra de principios del siglo XVII.
La letra escarlata comienza cuando todo ha pasado, es la historia de la consecuencia de un pecado, es la historia de lo que pasa después de la pasión, es el relato de un dios celoso, y de sus hijos díscolos, Hester Pryme la mujer adultera portadora de la letra escalarta, el culpable reverendo Dimmensdale, la hija del pecado la pequeña Perla y Chillingworth el marido malicioso que se reserva el feroz placer del chantaje y la venganza.

....Pero lo que mas me atrajo la atención en el misterioso paquete, fue algo forrado conp año de un rojo hermoso, bien que bastante gastado y desvanecido. Había también en el forro visibles huellas de un bordado de oro, igualmente muy gastado, de tal modo que puede decirse que apenas quedaba nada. Se conoce que había sido hecho a la aguja con sorprendente habilidad; y las puntadas, como me aseguraron damas muy peritas en el asunto, dan prueba patente de un arte ya perdido, que no es posible restaurar, aunque sefueran sacando uno a uno los hilos del bordado. Este harapo de paño color de escarlata, pues los años y las polillas lo habían reducido en realidad a un harapo, y nada mas,después de examinado minuciosa y cuidadosamente parecía tener la forma de la letra A. Cada una de las piernas o trazos de la letra tenía precisamente tres pulgadas y cuarto de longitud. No quedaba duda alguna que se había ideado para adorno de un vestido; pero cómo debió de usarse, y cuál era la categoría, dignidad o empleo honorífico que en otros tiempos significaba, era para mí un verdadero enigma que no tenía muchas esperanzas de resolver. Y sin embargo, me produjo un extraño interés. Mis miradas se fijaron tenazmente en la antigua letra de color escarlata, y no querían apartarse de ella. Había con seguridad algún sentido oculto en aquella letra, que merecía la pena de investigarse, y que, por decirlo así, parecía emanar del símbolo místico, revelándose sutilmente a mis sentimientos pero rehuyendo el análisis de la inteligencia.

Mientras me hallaba así, todo perplejo, pensando, entre otras cosas, que acaso esa letra habría sido uno de los adornos que hacían uso los blancos para atraerse la atención de los indios, me la puse casualmente sobre el pecho. El lector sin duda se sonreirá cuandole diga, aunque es la pura verdad, que me pareció experimentar una sensación, que si no enteramente fisica, casi era la de un calor abrasante; como si la letra no fuera un pedazo depaño rojo, sino un hierro candente. Me estremecí, e involuntariamente la dejé caer al suelo. La contemplación de la letra escarlata me había hecho descuidar el examen de un pequeño rollo de papel negruzco al que servía de envoltorio. Lo abrí al fin, y tuve la satisfacción dehallar, escrita de puño y letra del antiguo Inspector de Aduana, una explicación bastante completa de toda la historia. Había varios pliegos de papel de folio que contenían muchos particulares acerca de la vida y hechos de una tal Ester Prynne, que parecía haber sido persona notable para nuestros antepasados, allí a fines del siglo diecisiete. Algunos individuos, muy entrados en años, que vivían aún en la época del Inspector Pue, y de cuyos labios había éste oído la narración que confió al papel, recordaban haberla visto cuando jóvenes, y cuando dicha Hester era ya muy anciana, aunque no decrépita, y de aspecto majestuoso e imponente.

De tiempo inmemorial era su costumbre, según decían, recorrer el país como enfermera voluntaria, haciendo todo el bien que podía, y dando consejos en todas las materias, principalmente en las que se relacionaban con los afectosdel corazón, lo que dio lugar a que si muchos la reverenciaban como a un ángel, otros la consideraban una verdadera calamidad. Registrando mas minuciosamente el manuscrito, hallé la historia de otros actos y padecimientos de esta mujer singular, muchos de los cuales encontrará el lector en la narración titulada La Letra Escarlata , debiendo tenerse presente, que las circunstancias principales de dicha historia son auténticas, como que cuentan con la autoridad que les da el manuscrito del Inspector Pue. Los papeles originales, juntamente con la letra escarlata, que diré de paso es una reliquia muy curiosa, estaban aún en mi poder, y se mostrarán a quien quiera que, incitado por el interés de esta narrativa, deseare verlos. Mas no por eso se crea que al compaginar esta novela, y al idearlos motivos y pasiones que influyeron en los personajes que en ella figuran, me he ceñido servilmente a lo que reza la docena de páginas del antiguo manuscrito. Al contrario, me he tomado en ciertos puntos casi tanta libertad como si el asunto fuera enteramente de mi invención. Lo que deseo afirmar es la autenticidad de los hechos fundamentales de la historia...

sábado, 18 de septiembre de 2010

El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio


Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 4 de diciembre de 1927) es un escritor español -novelista, ensayista, gramático y lingüista- perteneciente a la denominada generación de los años 50 -los niños de la guerra-, premio Cervantes 2004 y Nacional de las Letras 2009. Su fama la debe principalmente a sus novelas El Jarama e Industrias y andanzas de Alfanhuí.

Hijo del escritor y político cauriense Rafael Sánchez Mazas y de la italiana Liliana Ferlosio, nació en Roma, donde su padre era corresponsal del diario ABC. Es hermano del filósofo y matemático Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio y del poeta y cantante Chicho Sánchez Ferlosio. Estudió en el colegio jesuita San José de Villafranca de los Barros y posteriormente cursó filología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, en la que obtuvo el doctorado. En 1950 se hizo novio de la escritora Carmen Martín Gaite, a quien había conocido en la universidad. Se casaron en octubre de 1953 y terminaron separándose amistosamente en 1970.

El Jarama la que supuso la consagración de Sánchez Ferlosio; con ella obtuvo el Premio Nadal en 1955 y el de la Crítica en 1956. El Jarama narra dieciséis horas en la vida de once amigos, un domingo de verano, de excursión en las riberas del río Jarama, en tres frentes: en la orilla del río, en la taberna de Mauricio, donde los habituales parroquianos beben, discuten y juegan a las cartas, y en el río y en la arboleda de la orilla, donde reposan, conversan, etc.

Al acabar el día, un acontecimiento inesperado, el descubrimiento de que una de las jóvenes del grupo se ahogó en el río, da a la descripción de la jornada una extraña poesía triste por la pérdida de la amiga, que hubiera podido tal vez ser salvada, si la amistad tuviese algún poder para evitar lo ya ocurrido. Esto da a la novela un giro imprevisto por el tono de una narración trivial, donde nada importante parece suceder ni parece probable que suceda, y no es inverosímil que una joven se ahogue en un río, ni tiene nada de extraordinario. Enmarcada entre dos pasajes de una descripción geográfica del curso del río Jarama, esta novela es de un realismo absoluto, casi conductista ya que el narrador no se permite ninguna expansión sentimental o interpretativa ni sondeo alguno en la psicología de los personajes. El lenguaje coloquial de los diálogos está presidido por el máximo rigor; sin embargo, se ha llegado a interpretar El Jarama como un relato simbólico o simbolista, pero, en cualquier caso, en relación con Alfanhuí, su obra precedente, su estilo es notoriamente diferente. El narrador sorprende al lector -tanto en Alfanhuí como en el Jarama- porque no le da nunca o casi nunca un mínimo de datos para poder predecir lo que va a suceder. Las grandes diferencias entre Alfanhuí y El Jarama han sido, en general, interpretadas por la crítica posterior más bien como un ejemplo de que Rafael Sánchez Ferlosio es un escritor polifacético y complejo, realista en algunos casos, fantástico en otros, ensayista a menudo, poeta a veces y, con cierta frecuencia, sorprendente o desconcertante.

fuente:Wikipedia

.... Había un puente de seis grandes ojos de ladrillo, y aún más atrás, el de Viveros, junto a las casas de la General. La arboleda, a los pies del ribazo, era una larga isla en forma de huso, que partía la corriente en dos ramas desiguales. La de acá, muy estrecha y ceñida al terraplén, se había dejado secar por el verano y ahora no corría. De modo que la isla estaba unida a la tierra por este costado y se podía pasar a ella en casi toda su longitud, sin más que atravesar el breve lecho de limo rojo y resbaladizo. Tan sólo a la derecha tenía un poco de agua todavía: un brazo muerto, que separaba de tierra el puntal de la isla, formando una península puntiaguda. Frente al vértice de aquella península, donde se unía el brazo muerto con el otro ramal, el agua estaba remansada en un espacioso embalse, contra el dique de cemento de una aceña molinera o regadía. Para bajar a la arboleda, se trocaba el camino en una accidentada escalerilla labrada en la misma tierra del ribazo. — Vamonos ya, que pica el sol. Los peldaños estan romos, casi arrasados. Abajo fue una gran risa cuando una de las chicas patinó sobre el limo y se quedó sentada en las dos estrías que habían dejado sus talones y se le vieron las piernas. Le supo mal a lo primero, sorprendida de verse así, pero en seguida levantó la cabeza riendo, al oír que los otros se reían. — ¡Vaya pato, hija mía!, ¡qué pato soy! — les decía desde el suelo. La cogió Santos por las manos y tiraba hacia arriba, pero ella no conseguía levantarse, de tanta risa que le daba. — ¡Qué pato soy! — repetía feliz. — ¿Te lastimaste? — ¡Qué va! Si está mullido. — Pues nos has dado la función, Carmela — le decía la Mely —; se te ha visto hasta la vacuna. — ¡Bueno! Vaya una cosa más terrible; si no habéis visto más que eso. — Nos ha retratado a todos, eso sí. — Venga, niña; levanta de una vez. — Despacio, hombre, despacio...—y volvía a reírse. — Luego enjuagas la falda en el río, cuando nos bañemos — aconsejaba Alicia ─. Se te seca en un dos por tres. — También fue de los que hacen época el guarrazo que se pegó Fernando el día que fuimos a Navacerrada. ¿Os acordáis? — Ya lo creo. Cada vez le toca a uno. — El que se acuerda soy yo; el daño que me hice con los cantos aquellos del demonio. — Te sentó mal que nos riésemos y todo. — Pues a ver. Me iba a hacer gracia. — ¿Por qué será que todos se ríen siempre que alguno se cae? Basta que uno se caiga para escacharse de risa los demás...
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jueves, 2 de septiembre de 2010

El difunto Matías Pascal de Luigi Pirandello

Nació el 28 de junio de 1867 en Villaseta de Càvusu, llamada actualmente Xaos (en todo caso la etimología de tal lugar, según el mismo Pirandello, derivaría de la palabra griega Kaos). En el siglo XX Càvusu/Xaos se ha transformado en una "contrada" o suburbio de la ciudad siciliana de Agrigento, motivo por el que es frecuente que en muchos textos se dé como lugar de nacimiento la ciudad de Agrigento, e incluso la ciudad vecina de Porto Empedocle...

...El casamiento, que parecía inminente, fue pospuesto y Pirandello se inscribió en la Universidad de Palermo en los departamentos de Leyes y Letras. En el campus de la universidad cultivó la amistad de jóvenes ideólogos como Enrico La Loggia, Giusseppe De Felice Giuffrida and Francesco De Luca.

De allí pasó en 1887 a la Universidad de Roma, donde protagonizó un serio incidente con un profesor, por lo que se vio obligado a abandonar la Casa de Estudios. Se trasladó a Bonn donde se doctoró el 21 de marzo de 1891 con una tesis en alemán que versa sobre la lengua siciliana. Al poco tiempo, regresó a Italia.

El 27 de enero de 1894 en Girgenti contrae matrimonio con María Antonietta Portulano. El mismo año publica su primer libro de relatos, Amores sin amor.

Desde 1897 enseñó literatura italiana en el Instituto Superior de Magisterio. Un cataclismo provoca daños irreparables en la mina de azufre en la que su padre tenía invertidos sus bienes y la dote de Maria Antonietta, lo que le causó graves dificultades económicas y a una fuerte depresión. Publicó en 1904 su novela El difunto Matías Pascal, posiblemente basada en esa traumática experiencia, que se constituyó en un enorme éxito, siendo traducida rápidamente a varios idiomas.

Su acercamiento al partido fascista en los años veinte fue un hecho extraño, aunque no puede desligarse de su proximidad a cierta vanguardia italiana. Pero pidió la entrada directamente a Mussolini, tras el asesinato de Giacomo Matteotti en 1924, y apoyó al mandatario por ese hecho. Todo ello causó un gran desazón entre sus lectores y en la ciudadanía italiana sojuzgada; para algunos fue el suyo un modo de ir contra la corriente intelectual, pero lo cierto es que el Régimen le nombró a continuación presidente de la Accademia italiana recién fundada, lo cual, eso sí, más bien lo alejó de esa compañía política. Y si bien logró tanto el premio Nobel en 1934 como el reconocimiento de su valor como novelista y autor teatral, ese gesto de 1924 no ha dejado de empañar su imagen. Queda el recuerdo de su individualismo a ultranza, de su entierro ascético en una humilde caja, de su original literatura, especialmente de los relatos y las piezas teatrales...

fuente: Wikipedia

Un día Matías Pascal se va a Montecarlo huyendo de sus circunstancias: una suegra que lo martiriza, deudas crecientes y un trabajo que no le satisface. En Montecarlo gana una gran suma de dinero, pero se entera por la prensa que un hombre se ha suicidado y piensan que ha sido él, a partir de entonces será otra persona, pues Matías está muerto y el el convierte en Adriano Meis….

—Yo no, yo no; pero ¿quién habrá sido? Seguramente alguien que se me parecía... Uno que quizá también se dejase la barba como yo..., que tendría mi misma estatura... ¡Y me han identificado! ... Desaparecido hacía unos días... ¡Ah, ya! ¡Hombre, daría cualquier cosa por saber quién ha sido el que me ha identificado! ¿Es posible que aquel desgraciado se pareciese tanto a mí, que fuese vestido como yo, que tuviese tanta semejanza conmigo como para dar el cambiazo? Pero sí, es posible; porque habrá sido ella, mi suegra. ¡Oh! ¡Qué prisa se habrá dado a identificarme! Le habrá parecido mentira seguramente. “¡Es él! ¡Es él! ¡Mi yerno! ¡Ay! ¡Pobre Matíasi ¡Ay! ¡Pobre hijo mío!” Y puede que también haya soltado el trapo a llorar, y hasta que se haya hincado de rodillas junto al cadáver de aquel pobrecillo, que, por desgracia, no habrá podido darle un puntapié y decirle: “¡Anda y vete de aquí, que no te conozco!”

Estaba yo que trinaba. Hasta que, por fin, paróse el tren en otra estación. Abrí la portezuela del coche y lancéme al andén, con la vaga idea de hacer algo, en seguida: un telegrama urgente desmintiendo aquel infundio.

El salto que di del vagón al andén fue mi salvación; como si me hubiese ahuyentado del caletre aquella necia idea, vislumbré en un santiamén... ¡eso!: ¡mi redención, mi libertad, una vida nueva!

Llevaba encima ochenta y dos mil liras, que podría guardarme para mí solito. Estaba muerto: no era ya de este mundo; no tenía ya trampas, ni mujer, ni suegra; ¡no tenía a nadie! ¡Libre! ¡Libre! ¡Libre! ¿Qué más quería?

Extraña figura debía yo hacer, mientras revolvía tales pensamientos, sentado en un banco del andén. Había dejado abierta la portezuela del coche. Vi a mi alrededor mucha gente que me gritaba no sé qué; hasta que, por fin, uno fue y me empujó, gritándome más fuerte:

—¡Que se va el tren!
—¡Pues déjelo que se vaya señor mío! —gritéle a mi vez. ¡Yo hago transbordo!

Asaltóme después una duda: la de si no habrían ya desmetido aquella noticia y reconocido en Miragno el error; si no se habrían presentado los parientes del muerto verdadero a rectificar la falsa identificación.

Antes de entregarme a aquella alegría debía cerciorarme bien, procurarme noticias precisas y con pormenores. Pero, ¿cómo agenciármelas?

martes, 17 de agosto de 2010

La forja de un rebelde de Arturo Barea

Arturo Barea nació en Badajoz en 1897; su padre, del servicio de reclutamiento murió a los 34 años, y su madre y hermanos se trasladaron a Madrid. Barea fue educado al poco tiempo al principio por unos tíos acomodados (su madre y hermanos siguieron con su vida humilde), pero al morirse también el tío, deja los estudios a los trece años. Trabaja de aprendiz en un comercio, luego en un banco hasta 1914. Le llaman a filas en 1920; y tiene que ir a Marruecos, donde vive la derrota de Annual en 1921.

Se casa en 1924, y tiene cuatro hijos, pero el matrimonio no es afortunado. Con la II República se incorpora a la vida sindical en UGT. Durante la Guerra Civil española apoyó al bando republicano como censor de los corresponsales extranjeros en Madrid y realizando diversas misiones de carácter cultural y propagandístico. Al finalizar la contienda se exilió a Londres donde continuó con sus actividades literarias hasta su fallecimiento en esta ciudad.


La trilogia, La forja de un rebelde se compone de tres novelas autobiograficas, pero segun Barea retrata más lo colectivo que lo individual: tomo I La forja donde se narra la niñez y adolescencia, tomo II La ruta, su servicio militar en Marruecos y tomo III La llama, se dedica a la Guerra Civil, como se habia llegado a esa guerra fatídica,tras la miseria, la dictadura...

Tomo I La forja:
...Hay días que se muere más gente que otros. Llegan las mujeres a la sacristía para que les digan una misa por el alma de su marido y de su padre, y les apuntan en un libro y les cobran las tres pesetas de la misa.
-Mañana a las once -dice.
Después vienen otros a encargar otra misa; la anota el cura, cobra las tres pesetas:
-Mañana a las once -dice.
A veces se reúnen tres o cuatro familias, cada una en un rincón, a escuchar la misa que han pagado para su difunto. Cuando el cura hace la ofrenda, saca un papelito donde están los nombres de los tres difuntos y los lee uno detrás de otro, para que se repartan la misa.
Encargaron un día una misa de funeral que valía doscientas cincuenta pesetas. La decían tres curas, un túmulo negro en medio de la iglesia, y dio la casualidad de que aquel mismo día vinieron a encargar tres misas de difuntos a la misma hora.
-Mañana a las diez -dijo el cura a todos.
A las diez se llenó la iglesia de gente y todos oyeron la misa de difuntos cantada. Después, en vista de que no salían las misas rezadas, las tres familias fueron entrando una por una en la sacristía a preguntar. El cura les contestaba:
-¿Han asistido ustedes a la misa de funeral?
-Sí, señor -contestaron todos.
-Pues ésta era la misa por su difunto. Dio la casualidad de que se reunieron ustedes varias familias a la misma hora y como no disponíamos de sacerdotes para dar gusto a todos, acordamos decir una misa solemne para todas las familias. Con esto han salido ustedes ganando.
Las gentes se iban tan contentas por el pasillo de la sacristía.
-¿Quién se lo iba a decir al pobre Juanito? Ya ves, hija, hasta después de muerto ha tenido la suerte de que le dijeran un funeral por tres pesetas.
¡Misterios! ¡Todos son misterios en la religión! Se paseaba un santo por la orilla del mar y estaba un niño en la playa. Tenía una concha, la llenaba de agua del mar y la vertía en un hoyo en la arena.
-Niño, ¿qué haces? -preguntó el santo
-Voy a verter el mar en este hoyo -contestó el niño.
-Eso es imposible -le dijo el santo-, ¿cómo quieres que quepa el agua del mar en un
hoyo tan pequeño? Es imposible.
-Más imposible es averiguar por qué Dios es uno y trino -contestó el niño-, y tú te empeñas en averiguarlo.
En esto comprendió el santo que hablaba con un ángel que le había enviado el Señor.
A mí no me interesa por qué Dios es uno y tres a la vez. Pero me pregunto qué necesidad tiene de ser tres y uno para ser Dios. Sólo sirve para darnos a nosotros la lata.
-¿Cuántos dioses hay? -pregunta el profesor.
-Uno.
-Sí, uno, pero no es eso.
-Tres.
-Sí, tres..., pero tampoco es eso.
Únicamente se puede contestar que hay «tres dioses, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero un solo Dios verdadero». Con esto se queda contento el profesor, pero yo no sé cuál es el Dios verdadero, ni ellos tampoco.
Mi tía quería tener la bendición del Papa. Por diez pesetas le dieron una bendición que servía para ella; la colocó en un cuadro. Y unos años más tarde, por cien pesetas le dieron otra que servía para ella y para todos los miembros de su familia hasta la quinta generación. Quitaron la vieja del cuadro y la tiraron a la basura. Pusieron la nueva en el marco, y ahora yo estoy bendito...

Los tres tomo los puede leer online en Scribd estos son los enlaces:

Tomo I La forja


Tomo II La ruta


Tomo III La llama


lunes, 2 de agosto de 2010

Tiempo de silencio de Luis Martin Santos

Luis Martín Ribera (que luego cambiaría a Luis Martín-Santos Ribera, por voluntad de su padre Leandro) nace en Larache, Marruecos, en 1924. Hijo de Leandro y Mercedes, desplazados en Larache hasta 1929 a causa de la condición de oficial militar de su padre Leandro y la ocupación de la zona por parte de España. La familia se traslada a San Sebastián en 1929, donde estudia Luis el bachillerato junto con su hermano Leandro en el colegio Santa María Marianistas. Años después marcha a Salamanca a estudiar medicina y se licencia en 1946 con premio extraordinario. Cursa el doctorado en Madrid entre 1946 y 1949, años en que colabora en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (retratado en Tiempo de silencio), se doctora con una tesis dirigida por Pedro Laín Entralgo y se relaciona con especialistas como los doctores Juan José López Ibor y Carlos Castilla del Pino.



El protagonista de la novela es Pedro, un joven investigador en Madrid a finales de la década de los 40. La paupérrima situación económica y social impiden el avance de sus investigaciones sobre el cáncer que realiza sobre una cepa de ratones. Estos ratones habían sido traídos desde EEUU y no se había podido mantener un ritmo de reproducción superior al de su muerte. Su ayudante en el laboratorio, Amador, había regalado meses antes algunos ejemplares a un pariente suyo, "el Muecas", que sí había conseguido que se reprodujesen. Tras la visita de Pedro y Amador a las chabolas en las que vive el Muecas, este recurre a Pedro cuando su hija, Florita, se desangra debido a un aborto realizado por él mismo. La chica muere cuando Pedro, que no es médico, intenta salvarla. Durante la novela se nos muestra la pensión en la que vive Pedro, donde vive una familia de mujeres (abuela, madre y nieta) que pretenden que él mantenga una relación con la más pequeña, Dorita; el mundo juvenil madrileño, como el Café Gijón, los prostíbulos o las fiestas y conferencias de la alta sociedad. Pedro es arrestado como posible culpable de la muerte. Consigue salir libre gracias a la influencia de algunos amigos. Días después el novio de la muerta, Cartucho, mata a Dorita.

Tiempo de silencio es prácticamente la única obra de Luis Martín Santos. Publicada en 1962, con ella se cierra un ciclo en la historia de la literatura española de posguerra, el de la novela social y se inaugura la novela experimental.

Dos son los aspectos que más llaman la atención en esta novela, el repaso completo que Martín Santos hace de la sociedad española y el lenguaje, nuevo, difícil, diferente de la mayor parte de las novelas de la época.

El lenguaje es barroco, hiperbólico como el utilizado en la famosa descripción de las chabolas de los alrededores de Madrid, distorsionando la realidad como cuando describe los burdeles utilizando referencias a la mitología clásica, o cuando compara la reunión de intelectuales con un árbol lleno de pájaros.

Martín Santos contempla la sociedad en la que vive de manera sarcástica, con una ironía cruel, no muy alejada de España esperpéntica de Valle-Inclán.Todas los estratos sociales están representados, el mundo marginal de los habitantes de las chabolas; las condiciones de trabajo de los investigadores como Pedro, que se ven obligados a buscar medios poco ortodoxos para obtener ratones, que les permitan seguir investigando el cáncer; los calabozos policiales, a los que desciende Pedro como si fuera al Hades; la burguesía presentada a través del personaje de Matías, etc.

En conclusión estamos ante una de las mejores novelas de la segunda mitad del siglo XX, dura, difícil, intensa y que, a pesar de sus dificultades, merece la pena leer con detenimiento.

fuente:Wikipedia
fuente: Educared

domingo, 18 de julio de 2010

Un armario lleno de sombra de Antonio Gamoneda

Antonio Gamoneda nació en Oviedo el 30 de mayo de 1931. Su padre, de nombre Antonio, fue un poeta modernista que publicó un único libro, Otra más alta vida, en 1919. En 1934, ya huérfano de padre, se trasladó con su madre, Amelia Lobón a León. La presencia de su madre como refugio ante el horror y la miseria de la guerra y la postguerra es recurrente en toda su poesía. En 1936, con las escuelas cerradas, aprendió a leer gracias a la lectura del libro de su padre.

El poeta vivió inicialmente en el principal barrio obrero, y ferroviario, de la ciudad: el Barrio El Crucero. Este lugar fue un observatorio privilegiado de la represión llevada a cabo por los nacionales durante la guerra civil y la inmediata posguerra dejando huella en la psicología y en la memoria del poeta.

En 1941 comenzó a recibir instrucción gratuita en el colegio religioso de los Padres Agustinos hasta 1943, año en el que el poeta se autoexpulsó.

Un armario lleno de sombra:

Tras la muerte de su madre, Antonio Gamoneda se decidió a abrir aquel armario cuyo contenido permanecía envuelto en la sombra y no podía ser visto y conocido por nadie más que ella: «Hice entrar mi cabeza en la oscuridad del armario y entonces ocurrió algo que me envolvió en su realidad física: sentí el olor de mi madre. Viva». El repaso del contenido de este armario provoca una secuencia de recuerdos que a lo largo de las páginas de Un armario lleno de sombra se convierten en narración e historia. El resultado es este libro, unas memorias de infancia desde el momento en el que estalla la guerra civil española hasta el día antes de cumplir catorce años.

Su padre, periodista y autor de un único libro de poemas Otra más alta vida, murió al año siguiente de nacer Antonio Gamoneda. En 1934, su madre decidió trasladarse con su hijo de Oviedo a León y allí vivieron la guerra y la posguerra españolas, con la precariedad extrema de una familia sin recursos. De las humillaciones que imponía la pobreza, de su paso por el colegio de los frailes agustinos (no inocentes de abusos y perversiones), de la sangrienta represión durante la guerra civil y la posguerra muy presente en León, el lector encontrará los detalles en las páginas de este libro, el relato conmovedor de una infancia vivida en los años más oscuros de la historia reciente de España

Gamoneda nos narra sin ambages, con un lenguaje desnudo, directo y sincero una infancia en León dentro de una humilde familia de posguerra y donde el escritor realiza un verdadero ajuste de cuentas con su propia vida.

fuente: Biografia Wikipedia


sábado, 3 de julio de 2010

Zalacaín el aventurero de Pío Baroja

Pío Baroja, nació el 28 de diciembre de 1872 en San Sebastian, pertenecio a la generación del 98, falleciendo en 1956 en Madrid.

Como estudiante no destacó, más por falta de interés que de talento, y ya por entonces se le apreció un carácter gruñón, arisco y descontentadizo; no simpatizó con profesor alguno y se mostró hipercrítico con todo; ninguna profesión le atraía, sólo escribir no le disgustaba. Leyó bastante filosofía alemana (Inmanuel Kant y Arthur Schopenhauer), decantándose por el pesimismo de este último; su amigo suizo Paul Schmitz le introduciría más tarde en la filosofía de Nietzsche. Tímido y retraído al mismo tiempo, nunca se casó. Tras defender su tesis, marchó en ese mismo año de 1894 a Cestona, en Guipúzcoa, con plaza de médico. Pero el oficio le asqueaba y riñó con el médico viejo, con el alcalde, con el párroco y con el sector católico del pueblo, que le acusaba de trabajar los domingos en su jardín y de no ir a misa, pues, en efecto, era ateo; nunca simpatizó con la iglesia desde su misma niñez, como cuenta en una de sus autobiografías, Juventud, egolatría; tras pasar un año allí volvió, pues, a San Sebastián, dispuesto a ser cualquier cosa menos médico, y encontró su oportunidad en Madrid, donde su hermano Ricardo dirigía una panadería (Viena Capellanes) porque una tía les había legado el negocio; Ricardo le había escrito que estaba harto y quería dejarlo y Pío decidió encargarse él mismo de regentar la tahona. Sobre eso le gastaron bastantes bromas: «Es un escritor de mucha miga, Baroja» — dijo de él Rubén Darío a un periodista. A lo cual respondió el escritor: «También Darío es escritor de mucha pluma: se nota que es indio». Instalado en Madrid, empezó a colaborar en periódicos y revistas, simpatizando con las doctrinas sociales anarquistas, pero sin militar abiertamente en ninguna. Al igual que su conterráneo Miguel de Unamuno, abominó del nacionalismo vasco, contra el que escribió su sátira Momentum catastrophicum.

fuente Wikipedia

Zalacaín el aventurero. novela que junto a "La casa de Aizgorri" y "El mayorazgo de Labraz", constituyen la trilogía novelistica del Pais Vasco. Considerada como una de sus obras más bella, narra la vida de Martin Zalacaín, una especie de héroe clásico que lucha contra la adversidad y el destino en el Pais Vasco de las guerras carlitas.

En el primer libro se narra la infancia de Zalacaín

...Tellagorri no necesitaba de nadie para vivir. Él se hacía la ropa, él se afeitaba y se cortaba el pelo, se fabrica las abarcas, y no necesitaba de nadie, ni de mujer ni de hombre. Así al menos lo aseguraba él.

Tellagorri, cuando le tomó por su cuenta a Martín, le enseñó toda su ciencia. Le explicó la manera de acogotar una gallina sin que alborotase, le mostró la manera de coger los higos y las ciruelas de las huertas sin peligro de ser visto, y le enseñó a conocer las setas buenas de las venenosas por el color de la hierba en donde se crían.

Esta cosecha de setas y la caza de caracoles constituía un ingreso para Tellagorri, pero el mayor era otro.

Había en la Ciudadela, en uno de los lienzos de la muralla, un rellano formado por tierra, al cual parecía tan imposible llegar subiendo como bajando. Sin embargo, Tellagorri dió con la vereda para escalar aquel rincón y, en este sitio recóndito y soleado, puso una verdadera plantación de tabaco, cuyas hojas secas vendía al tabernero Arcale....

en el segundo libro se narran las andanzas y correrias:

....

Los vascos, siguiendo las tendencias de su raza, marchaban a defender lo viejo contra lo nuevo. Así habían peleado en la antigüedad contra el romano, contra el godo, contra el árabe, contra el castellano, siempre a favor de la costumbre vieja y en contra de la idea nueva.

Estos aldeanos y viejos hidalgos de Vasconia y de Navarra, esta semiaristocracia campesina de las dos vertientes del Pirineo, creía en aquel Borbón, vulgar extranjero y extranjerizado, y estaban dispuestos a morir para satisfacer las ambiciones de un aventurero tan grotesco.

Los legitimistas franceses se lo figuraban como un nuevo Enrique IV; y como de allí, del Bearn, salieron en otro tiempo los Borbones para reinar en España y en Francia, soñaban con que Carlos VII triunfaría en España, acabaría con la maldita República Francesa, daría fueros a Navarra, que sería el centro del mundo y, además, restablecería el poder político del Papa en Roma.

Zalacaín se sentía muy español y dijo que los franceses eran unos cochinos, porque debían hacer la guerra en su tierra, si querían.

Capistun, como buen republicano, afirmó que la guerra en todas partes era una barbaridad.

— Paz, paz es lo que se necesita --añadió el gascón--; paz para poder trabajar y vivir.

— ¡Ah, la paz! --replicó Martín contradiciéndole--; es mejor la guerra.

— No, no --repuso Capistun--. La guerra es la barbarie nada más.

Discutieron el asunto; el gascón, como más ilustrado, aducía mejores argumentos, pero Bautista y Martín replicaban:

— Sí, todo eso es verdad, pero también es hermosa la guerra.

Y los dos vascos especificaron lo que ellos consideraban como hermosura. Ambos guardaban en el fondo de su alma un sueño cándido y heroico, infantil y brutal. Se veían los dos por los montes de Navarra y de Guipúzcoa al frente de una partida, viviendo siempre en acecho, en una continua elasticidad de la voluntad, atacando, huyendo, escondiéndose entre las matas, haciendo marchas forzadas, incendiando el caserío enemigo.....

Las ultimas aventuras, se narran en el libro tercero:

...Una tarde de verano, muchos, muchos años después de la guerra, se vió entrar en el mismo día en el cementerio de Zaro a tres viejecitas vestidas de luto.

Una de ellas era Linda; se acercó al sepulcro de Zalacaín y dejó sobre él una rosa negra; la otra era la señorita de Briones, y puso una rosa roja. Catalina, que iba todos los días al cementerio, vió las dos rosas en la lápida de su marido y las respetó y depositó junto a ellas una rosa blanca.

Y las tres rosas duraron mucho tiempo lozanas sobre la tumba de Zalacaín...


Más información sobre Pio Baroja

Aqui puedes leer Zalacaín el aventurero - gratis -





sábado, 19 de junio de 2010

Muerte en la Fenice de Donna Leon

Nacida en New Jersey, (1.942) Profesora y escritora, viajó en su juventud a Italia, donde estudió en las ciudades de Perusa y Siena. Tras trabajar como guía turístico en Roma, se radicó en Londres donde ejerció como redactora de textos publicitarios, tuvo posteriormente diferentes trabajos como profesora en escuelas de Europa y Asia.
Su espíritu viajero e inquieto no sólo ha marcado su vida: amante de Henry James, Jane Austen, Dickens, Shakespeare, es conocida por sus novelas protagonizadas por el comisario veneciano Guido Brunetti, personaje central de toda su obra y que Donna Leon creó a principios de los 90.
Desde 1981 reside en Venecia. A pesar del éxito que tiene su comisario Brunetti en toda Europa, en Venecia es casi una desconocida. No quiere que sus obras se traduzcan al italiano y prefiere que en su barrio veneciano la sigan tratando como a una vecina más.

fuente: Wikipedia

Si no quieres engancharte con el comisario Brunetti, no la lea, en esta ocasión y en la ciudad de Venecia asistimos al asesinato del renombrado director de orquesta Helmut Wellauer, envenenado con cianuro potásico, durante una representación de La Traviata en el célebre teatro veneciano de La Fenice. Hasta el comisario Guido Brunetti, acostumbrado a la laberíntica criminalidad de Venecia, se asombra de la cantidad de enemigos que el músico ha dejado en su camino a la cumbre. Pero, ¿cuántos tenían motivos suficientes para matarle? Conocido y querido ya por miles de lectores, el comisario Brunetti, armado tan sólo con su paciencia y sagacidad, resuelve en esta sugerente novela policíaca su primer caso.

" No era una belleza según los cánones; tenía la nariz un poco larga y el mentón más que un poco enérgico. Pero a él le gustaban las dos cosas.
-¿Alguna idea?- preguntó ella, levando a la mesa la tetera y dos tazas. Se sentó frente a él, sirvió la aromática tisana, fue otra vez al armario y volvió con un gran tarro de miel.
-Aún es pronto - dijo él, echando una cucharada de miel en la taza. Removió el líquido y siguió hablando al ritmo que marcaba el tintineo de la cucharilla-. Tenemos a un esposa joven, a una soprano que ha mentido al decir que no había visto a solas al maestro esta noche y a un director gay que discutió con la víctima poco antes de su muerte.
-¿Por qué no vendes el guión? Parece una serie de la tele.
- Y tenemos a un genio envenenado - agregó él.
-Sí; además eso. - Paola tomó un sorbo de tisana y sopló para enfriarla-.
¿Cómo de joven, la esposa? ..."


sábado, 5 de junio de 2010

El sanador de caballos de Gonzalo Giner


Nació en Madrid en 1.965 , donde estudió Veterinaria. Durante años se ha dedicado a la ganadería industrial. Su trabajo le ha llevado a residir un tiempo en Barcelona y a viajar con frecuencia por España y por medio mundo, antes de volver a instalarse en su ciudad natal.
Las innumerables horas pasadas en aviones y hoteles le han proporcionado tiempo suficiente para cultivar una de sus aficiones, la lectura y el estudio de la historia. Al final, todas esas horas han acabado por cristalizar en tres novelas:
La cuarta alianza ( 2.004), continuando con El Secreto de la logia (2.007) y El Sanador de Caballos en el (2.008).


Si te gusta la novela histórica, este libro te va a gustar a pesar de sus 798 paginas se puede decir que casi se lee de un tirón o de varios.
A través del personaje central Diego de Malagón, hijo de un posadero, ve como el ataque de un grupo de imesebelen, guerreros africanos elegidos desde pequeños para convertirse en guardianes del Califa de Al-Ándalus, entrenados para matar, o morir si era necesario, son asesinados su padre y una de sus hermanas, y las otras dos son raptadas.
A raíz de ahí seguimos las andanzas de Diego, su huida a Toledo donde conoce a un veterinario de gran prestigio Galib, que lo acoge en su casa y le enseña el arte de la albeitería, la ciencia que estudia la curación de los animales mas importante para los hombres: los caballos.
En su afán de conocer mas el arte de la albeitería ingresa en un monasterio de la orden del cister para tener acceso a la biblioteca.
Hay una parte del libro que me ha gustado más, (a los que hemos estado en el Rocío y hemos visto los caballos por la aldea), el revivir con Diego de Malagón la descripción de las marimas, la noche , y el lugar hasta intentar hacerse con los caballos que allí pastan.
Largo camino el que recorre Diego, desde Toledo hasta llegar a la batalla de las Navas de Tolosa,compartiremos sus aventuras, el precio del valor y la amistad, por suspuesto que conocerá el amor de la mano de Mencia y tambien la traición.


sábado, 22 de mayo de 2010

El libro negro de los cuentos de A. S. Byatt

Nacida con el nombre de Antonia Susan Drabble, fue educada en York, en Cambridge y en el Bryn Mawr College de Estados Unidos; más tarde estuvo en Oxford, donde empezó a trabajar hasta que se casó con sir Ian Byatt (de ahí su apellido de casada).

Su primera novela, de 1964, La sombra del sol, narra la vida de una joven bajo la aplastante sombra de su padre. A continuación publicó El juego (1967), un estudio sobre la relación entre dos hermanas.

Luego comienza a escribir sobre los miembros de una familia de York a mediados del siglo XX, en el cuarteto conocido como "El cuarteto Frederica", formado por: La virgen en el jardín (1978), Naturaleza muerta (1985), La torre de Babel (1996) y La mujer que silba (2002).

fuente: Wikipedia.

El libro negro de los cuentos, esta compuesto por cinco cuentos: La cosa del bosque, Arte Corporal, Una mujer de piedra, Material en bruto y La cinta rosa, pequeños cuentos que te aseguro no te van a dejar indiferentes, atraen igual que el bosque atrae a esas dos pequeñas que se adentran dentro de el y ya nada les sera igual.


Había una vez dos niñitas que vieron —o creyeron ver— una cosa en el bosque. Las dos eran evacuadas, y las habían enviado en tren lejos de la ciudad junto con un numeroso grupo de otros niños. Todos tenían una etiqueta con su nombre prendida al abrigo con un imperdible, así como un bolso o mochila en la mano y la reglamentaria
máscara antigás. Llevaban bufanda de lana y gorro, y muchos tenían guantes de lana sujetos a una larga cinta que les pasaba por detrás del cuello y a lo largo de las mangas, por el interior del abrigo, de manera que los diez dedos de lana colgaban fuera como un par de manos de repuesto, a semejanza de un espantapájaros. Con las piernas desnudas, los zapatos desgastados y los calcetines arrugados, casi
todos mostraban rozaduras en las rodillas en distintos grados de cicatrización. Estaban en esa edad en que los niños sufren caídas frecuentes, y tenían...


domingo, 9 de mayo de 2010

VI Ciclo de conferencias en el aniversario de la proclamación de la Segunda República Española


La edición de este nuevo Ciclo de Conferencias se enmarca en el programa del Archivo Municipal de Carmona que, además de realizar las tareas propias: organizar, conservar y custodiar los documentos producidos y recibidos por el Ayuntamiento de Carmona, tiene como función la de difundir el patrimodio documental de esta ciudad. Para ello utiliza como medios las exposiciones, las publicaciones y los Ciclos de Conferencias, con el objeto de hacer llegar a los ciudanos los documentos historicos y el contenido de éstos.

Coincidiendo con el VII Ciclo de conferencias, la Delegación de Cultura del Excmo. ayuntamiento de Carmona a editado este libro donde se recogen las conferencias e intervenciones de:

  • Antonio Lería y Francisco Eslava "Carmona tricolor: Militancia politica y afiliación sindical en la Segunda República".
  • Leandro Álvarez Rey "Segunda República y Guerra Civil en Andalucía. Estado de la cuestión y repectorio bibliográfico.
  • Manuel Velasco Haro " Como abordar la memoria histórica"
  • María Amparo Alonso García " El documento de archivo, fuente para las memorias"

miércoles, 21 de abril de 2010

El mercenario de Granada de Juan Eslava Galan


De Juan Eslava ya tuvimos la oportunidad de leer anteriormente La mula y En busca del unicornio.

Ahora nos encontramos en plena reconquista de Granada, con una Granada que solicita ayuda a Bayaceto el gran del señor de Estambul, una Granada que espera recibir hombres, armas, municiones, con lo que puedan ganar la guerra contra los cristianos a la que Bayaceto solo le envia a un herrero, a Orban hombre valiente, sabio y horando.
Orban que se enamora de una esclava cristina Isabel de Hardon a la vez barraga del sacerdote Maqueda.

.... Desde su huida de Málaga, los dos enamorados se veían mucho menos de lo que hubieran deseado. Isabel pasaba el día en el hospital de la reina, donde Beatriz Galindo y otras damas y mujeres de los caballeros y sargentos de la mesnada real cuidaban de los heridos y preparaban pócimas, vendas y remedios bajo la supervisión de los físicos de las llagas y de los boticarios del rey. El campo de las fundiciones, donde vivía, Orban, quedaba...

enlaces interesantes:
Biografía de Juan Eslava informal por juansol
biografía de Juan Eslava seria por juansol
novelas publicadas
pagina oficial de Juan Eslava Galan


sábado, 3 de abril de 2010

León de ojos verdes de Manuel Vicent



María bajó la cabeza. Sin decir palabras salió del despacho y abandonó la cárcel. Comenzó a caminar por una carretera desolada bajo un calor asfixiante. Entoces volvió a su memoria la melodía de El gato montés de aquella verbena y el sonido de unas descargas de fusilería que ella había confundido con los cohetes y fuegos artificiales de la fiesta de la Virgen de Ocaña. Cuando ya estaba en medio del paisaje fulminado y no se veía ni siquiera una sombra en todo el horizonte, apoyada en un leguario, se quitó el vestido, la falda marrón y la blusa blanca, arrojó esa ropa lejos de sí, quedó desnuda a pleno sol, deshizo el hatillo y de él sacó un vestido negro, se lo puso y continuó caminando. Todo lo que llevaba en el pequeño fardo era la ropa de riguroso luto, que antes de salir del camino había saco del armario por un presentimiento. Ahora caminaba vestida de negro sólo con la soga de esparto en la mano. Unos gitanos que se cruzaron con ella pensaron que era una más que se iba a ahorcar... La mujer de la bicicleta roja junto a 10 historias más nos la va narrando Manuel Vicent, historias como la sesión de hipnosis, la niña de los bucles de oro, el légamo del escritor, etc, historias que se pueden leer por separador pero a la vez todas se van uniendo.
Espero que os guste.

Manuel Vicent


viernes, 12 de marzo de 2010

¿ Están en peligro las pensiones públicas? de Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa


¿cuáles son las verdaderas amenazas?

¿a quién interesa que las pensiones sean privadas?

¿llevan razón quienes dicen que son inviables?

¿qué conviene hacer para garantizar su futuro?


LAS PREGUNTAS QUE TODOS NOS HACEMOS
LAS RESPUESTAS QUE SIEMPRE NOS OCULTAN,


...Las pensiones y el discurso articulado para acabar con las públicas es quizá uno de los ejemplos más palmarios del fraude intelectual en que se basa la política de nuestros días. Con falsedades, medias verdades y trampas se trata de convencer a los ciudadanos de que las pensiones públicas deben desaparecer, o que deben disminuir sus beneficios. Para convencerlos se les dice que son inviables o que traerán consigo costes insoportables que hundirán las economías.

Detrás de esas afirmaciones hay modelos que se presentan como muy elaborados pero que en realidad están sostenidos en supuestos infundados. Gracias a ellos se difunden un día detrás de otro mensajes catastrofistas que van haciendo mella en los ciudadanos que al final terminan por creerse lo que oyen tantísimas veces.

Lo que quieren lograr con esos discursos es muy sencillo: que sean los bancos y no los poderes públicos quienes manejen el ahorro colectivo, y que ese ahorro se gobierne con vistas a darle rentabilidad privada y no equidad o solidaridad entre una generación y otra.

La privatización de los sistemas públicos de pensiones es, posiblemente, una de las medidas más beneficiosas del capital financiero, puesto que permitiría poner en manos de los bancos y entidades financieras volúmenes ingentes de recursos, quizá suficientes para garantizarles el dominio total sobre las economías y las fuentes de creación de empleo, renta y riqueza. Es decir, del poder. Y precisamente por ello es urgente....


Libro editado por Attac, el cual puede descargarlo en pdf aqui

Más información sobre:

Attac

Vicenç Navarro

Juan torres lopez

Alberto Garzon espinosa