martes, 17 de agosto de 2010

La forja de un rebelde de Arturo Barea

Arturo Barea nació en Badajoz en 1897; su padre, del servicio de reclutamiento murió a los 34 años, y su madre y hermanos se trasladaron a Madrid. Barea fue educado al poco tiempo al principio por unos tíos acomodados (su madre y hermanos siguieron con su vida humilde), pero al morirse también el tío, deja los estudios a los trece años. Trabaja de aprendiz en un comercio, luego en un banco hasta 1914. Le llaman a filas en 1920; y tiene que ir a Marruecos, donde vive la derrota de Annual en 1921.

Se casa en 1924, y tiene cuatro hijos, pero el matrimonio no es afortunado. Con la II República se incorpora a la vida sindical en UGT. Durante la Guerra Civil española apoyó al bando republicano como censor de los corresponsales extranjeros en Madrid y realizando diversas misiones de carácter cultural y propagandístico. Al finalizar la contienda se exilió a Londres donde continuó con sus actividades literarias hasta su fallecimiento en esta ciudad.


La trilogia, La forja de un rebelde se compone de tres novelas autobiograficas, pero segun Barea retrata más lo colectivo que lo individual: tomo I La forja donde se narra la niñez y adolescencia, tomo II La ruta, su servicio militar en Marruecos y tomo III La llama, se dedica a la Guerra Civil, como se habia llegado a esa guerra fatídica,tras la miseria, la dictadura...

Tomo I La forja:
...Hay días que se muere más gente que otros. Llegan las mujeres a la sacristía para que les digan una misa por el alma de su marido y de su padre, y les apuntan en un libro y les cobran las tres pesetas de la misa.
-Mañana a las once -dice.
Después vienen otros a encargar otra misa; la anota el cura, cobra las tres pesetas:
-Mañana a las once -dice.
A veces se reúnen tres o cuatro familias, cada una en un rincón, a escuchar la misa que han pagado para su difunto. Cuando el cura hace la ofrenda, saca un papelito donde están los nombres de los tres difuntos y los lee uno detrás de otro, para que se repartan la misa.
Encargaron un día una misa de funeral que valía doscientas cincuenta pesetas. La decían tres curas, un túmulo negro en medio de la iglesia, y dio la casualidad de que aquel mismo día vinieron a encargar tres misas de difuntos a la misma hora.
-Mañana a las diez -dijo el cura a todos.
A las diez se llenó la iglesia de gente y todos oyeron la misa de difuntos cantada. Después, en vista de que no salían las misas rezadas, las tres familias fueron entrando una por una en la sacristía a preguntar. El cura les contestaba:
-¿Han asistido ustedes a la misa de funeral?
-Sí, señor -contestaron todos.
-Pues ésta era la misa por su difunto. Dio la casualidad de que se reunieron ustedes varias familias a la misma hora y como no disponíamos de sacerdotes para dar gusto a todos, acordamos decir una misa solemne para todas las familias. Con esto han salido ustedes ganando.
Las gentes se iban tan contentas por el pasillo de la sacristía.
-¿Quién se lo iba a decir al pobre Juanito? Ya ves, hija, hasta después de muerto ha tenido la suerte de que le dijeran un funeral por tres pesetas.
¡Misterios! ¡Todos son misterios en la religión! Se paseaba un santo por la orilla del mar y estaba un niño en la playa. Tenía una concha, la llenaba de agua del mar y la vertía en un hoyo en la arena.
-Niño, ¿qué haces? -preguntó el santo
-Voy a verter el mar en este hoyo -contestó el niño.
-Eso es imposible -le dijo el santo-, ¿cómo quieres que quepa el agua del mar en un
hoyo tan pequeño? Es imposible.
-Más imposible es averiguar por qué Dios es uno y trino -contestó el niño-, y tú te empeñas en averiguarlo.
En esto comprendió el santo que hablaba con un ángel que le había enviado el Señor.
A mí no me interesa por qué Dios es uno y tres a la vez. Pero me pregunto qué necesidad tiene de ser tres y uno para ser Dios. Sólo sirve para darnos a nosotros la lata.
-¿Cuántos dioses hay? -pregunta el profesor.
-Uno.
-Sí, uno, pero no es eso.
-Tres.
-Sí, tres..., pero tampoco es eso.
Únicamente se puede contestar que hay «tres dioses, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero un solo Dios verdadero». Con esto se queda contento el profesor, pero yo no sé cuál es el Dios verdadero, ni ellos tampoco.
Mi tía quería tener la bendición del Papa. Por diez pesetas le dieron una bendición que servía para ella; la colocó en un cuadro. Y unos años más tarde, por cien pesetas le dieron otra que servía para ella y para todos los miembros de su familia hasta la quinta generación. Quitaron la vieja del cuadro y la tiraron a la basura. Pusieron la nueva en el marco, y ahora yo estoy bendito...

Los tres tomo los puede leer online en Scribd estos son los enlaces:

Tomo I La forja


Tomo II La ruta


Tomo III La llama


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