jueves, 2 de diciembre de 2010

Me llamo Manuel Mora de Antonio Lería y Francisco Eslava

Poner orden en el rompecabezas de la azarosa vida de Manuel Mora Torres no ha sido nada fácil; pero una vez conseguido el objetivo, el personaje, que nos deja profunda huella, se asoma ahora a la intimidad del lejano lector con un susurro de serena libertad para dar nueva luz a una existencia y, dentro de ella, para despejar algunas incógnitas del pasado reciente que marcó a España de una manera despiadada.

En este reencuentro con la desgraciada infancia, con la revolucionaria juventud y amistosa e incomprendida vejez, nuestro personaje no dejó de ser aquel torbellino libertario que siguió buscando la verdad hasta el final de sus días. Será, pues, el lector el que encontrará probablemente en Manuel Mora al protagonista de un guión cinematográfico o de una leyenda ideológica. O tal vez, un españolito machadiano, un rebelde sin causa… o todo a la vez. Porque, nuestro burgueño, carmonense, hispano-venezolano… dejó su legado para compartir sinceras y eternas amistades. Así, descubriréis, al huérfano explotado como todo ser viviente de la Baja Andalucía de los terratenientes; la lucha del campesinado andaluz por la subsistencia contra el hambre y la muerte; la rebeldía de la juventud libertaria ante la tiranía de la burguesía caciquil; la hora de elegir entre esclavitud o libertad y revolución; la lucha a muerte en las barricadas en defensa de la II República; la estrategia de la guerrilla anarquista contra el fascismo; la entrega total de la milicia confederal y libertaria por la revolución y la democracia; las vivencias del frente como mando en el ejército popular; las incógnitas de traiciones.....





...Mi trayectoria de lucha desde los orígenes, lo mismo como afiliado a la juventud de UGT por aval de Wenceslao Carrillo en los días de Primo de Rivera que a la CNT tras la proclamación de la república, fue siempre intachable y fiel a los postulados recogidos en los respectivos carnets. Mis sentimientos y criterios contrarios a los comunistas en la guerra vinieron con la lectura de artículos de prensa y libro de luchadores socialistas y de libertarios como el novelista Ramón J. Sender, que fue corresponsal de El Sol en Rusia y volvió con información clarividente de cómo iban allí las cosas.

Y también por contraste con el talante de comunistas de anteguerra como el recordado Ramón Casanellas, huido de España por su implicación en un atentado importante y refugiado en Rusia, que volvió clandestinamente en calidad de secretario de la Internacional Comunista con motivo de un pleno de su partido celebrado en Sevilla en 1932, siendo detenido cuando repostaba en su coche y retenido en la cárcel de Carmona mientras duró la reunión. Queriendo el azar que lo encerraran en la capilla de la prisión junto a doce cenetistas que estábamos allí por alborotadores y que, para mi suerte, le tocara un jergón a mi lado, porque era Ramón un hombre preparado y con mundología. Sin duda, el sindicalista mas culto de cuantos he conocido en mi vida, y no han sido pocos. Como profesor no tenia precio, y le preguntamos sobre cuanto ignorábamos y sobre cuanto conocíamos de los comunistas, informándonos pacientemente de lo sucedido en Rusia antes, durante y después de la revolución bolchevique, incluida la sublevación de los marinos en Kronstadt, sobre la situación del pueblo y de los lideres soviéticos, y hasta de los altibajos de su propia vida en Rusia. Era tan habilidoso que nos pintó en la pared el retrato del anarquista Soler, muerto a bordo del buque que lo llevaba deportado con un ciento de libertarios a Villa Cisneros.

Desde el golpe de estado militar estuvo en la lucha, conocí frentes de sur a norte, mande batallones, brigadas, divisiones, recibí halagos y aguanté vejaciones. Y después he leído sobre la guerra civil española en varios idiomas y he visto documentales en distintos países, encontrando aciertos y errores, trabajos prendidamente asépticos, partidarios y manipulaciones descaradas, autores honestos y falsarios.

En cuanto a Málaga hay quienes hablan del envío de brigadas mixtas y de ingentes cantidades armas ligeras y pesadas. Si embargo, el teniente coronel de aviación y comandante de aquel frente, Luís Romero Bassart, visitó Madrid varias veces y consiguió que le mandaran unos 800 hombres de los 4.000 prometidos, 1.000 fusiles y millón y medio de balas. Lo sé porque me hice cargo de todo ello. Si bien luego recibió el apoyo de una escuadrilla de aviación rusa mientras que no hizo falta en Madrid y más tarde, cuando la plaza estuvo perdida, tuvo la ayuda de dos batallones procedentes de Valencia.

En los demás frentes en que estuve jamás me auxiliaron aviones, tanques, artillería ni nada de nada y, según mis noticias, le ocurrió prácticamente lo mismo al resto de las unidades comandadas por confedérales, socialistas, carabineros – caso de la brigada 173º del teniente coronel Cedillo – y cualquier otras que no fueran de la orbita comunista. El material pesado que llegaba procedente de la Unión Soviética era para los comunistas o filocomunistas. Ellos y solo ellos estaban “capacitados” para manejarlos…


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