lunes, 18 de abril de 2011

El ropero de las mujeres de Manolo Martinez


Manolo Martinez (Carmona, 1963), reune en este libro sus colaboraciones en la prensa local y algunos cuentos y poemas. Un batiburrilo - como El ropero de las mujeres, según su autor-. donde conviven reflexiones sobre temas triviales, con la opinión sobre serios asuntos locales y de otros ámbitos, de carácter social, politico y cultural; en el que dibuja son soltura humor e ironia, perfiles de entrañables personajes de Carmona.

... Frente al Teatro Cerezo, en el corazón de la calle San Pedro, entre jeringos, churros o calentitos, Chari Bella se gana la vida.

Lectora incasable, transforma su negocio en sala de Lectura (sin moquetas, ni silencio, ni iluminación estudiada).

El orto es la sirena que avisa del inicio de una jornada de trabajo. Agua, harina, sal, levadura, aceite, fuego y tiempo.

Todo ello medido con la sapiencia de nuestras abuelas: la pizca, el puñadito, el chorrito. En Este mundo obsesionado con una malsana actitud, donde todo es medible y pesable en milímetros, perviven como una bocanada de aire fresco las medidas que marca el corazón.


Espirales de masa frita giran vertiginosas, en ese infierno redondo llamado perol. Entre cliente y cliente cambia el papel de estraza por el fino papel del libro de turno. Hasta en los papeles hay clases.
En tres metros cuadros, ocio y negocio; pasamos del trabajo a esa impensable biblioteca, fronteriza al calor del perol.
En cada rueda de jeringos va un pensamiento, que compra por el mismo precio el cliente, sin saberlo. Masticamos con la masa frita un sinfin de palabras escritas en el aceite con dos enormes estilográficas ardientes.
Junto al manjar matutino, su conversación, sin levadura que exagere el contenido, ni aditivos que disfracen la materia prima: el buen sentido.
Saber hacer de lo cotidiano algo diferente es un arte reservado para algunos privilegiados. Es aprender a exprimir el finito limón de la vida, es poner en práctica esa sabia máxima de Carpe diem: aprovecha el momento.

En la tahona de tu sonrisa

Me gusta meterme en tu risa

y cerrar la puerta.

Se está bien aquí dentro,
tanto, como para vivir en ella
el resto de mis días.

Es tu risa una paloma
que zurea en mi almohada
mientras camina la noche.

Es el mástil, donde
entreveradas co nuestras tormentas,
sobreviven tus caricias.

Es la sierpe que me roedea,
y me envenena el deseo,

sin la venia de mi orgullo.


Me gusta pisarle los pies al pasado
y revivir la tarde de los viernes
que nos aliviaban de la rutina,
al mostrarnos
los muslos turgentes
del fin de semana.

Mientras tú tiendes,
sin alfileres que lo coarten
mi amor,
para que crezca, sin levadura,

en la tahona de tu sonrisa.


Este relato y esta poesía forman parte de "El Ropero de la mujeres," espero que disfrutéis de su lectura.

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